16 de marzo de 2012

Ayudar al Lehendakari


No es difícil entender  las dificultades que ha encontrado el lehendakari para que las fuerzas políticas del país le acompañen en lo que, él ha llamado, "Propuesta para un nuevo Tiempo". Un tiempo que, según sus propias palabras "exige tomar iniciativas políticas que,con el concurso de todos, ayuden a cerrar definitivamente el ciclo terrorista y asegurar la libertad,construyendo juntos una nueva convivencia democrática entre diferentes…”

Empecemos por Batasuna. 
Su ausencia del Parlamento Vasco y sus expectativas electorales le llevan a despreciar cualquier intento institucional en el que no estén presentes. Los partidos que integran Bildu-Amaiur y Sortu -si el Tribunal Constitucional le da luz verde- formarán una coalición, que estará el año que viene en el Parlamento Vasco y, hasta entonces, jugarán su partido en solitario con su propio mensaje y con su propia estrategia y protagonismo. Aunque la música de las iniciativas del Lehendakari les suene interesante, no tanto por su contenido,que está en las antípodas de muchas de sus creencias,como por colocar sus temas en el tapete de la actualidad, no entonarán el canto porque no están en el coro.

Tampoco el PNV ha mostrado especial entusiasmo, a pesar de ser una iniciativa surgida aquí, para un tema tan del país, en el que tanto tienen que hacer los partidos y la sociedad vasca en particular.
Si se observan las propuestas del Lehendakari, todos coincidiremos en que son de carácter autónomo y se aproximan a la política de superación de los problemas sociales humanos creados por la violencia.Son autónomas porque nos corresponde a los vascos desarrollarlas:el reconocimiento de los otros y la reconstrucción de la convivencia entre diferentes;la eliminación de los fuertes residuos de la subcultura de la violencia;el asentamiento del relato de la verdad;las iniciativas para fortalecer la convivencia y la memoria en todos los rincones de Euskadi…Todas son tareas para los vascos, lideradas por las instituciones vascas, con participación obligada de las asociaciones y de la sociedad civil vasca, que nos atañe a cada uno de los ciudadanos vascos ¿Por qué no hacerlo ya? ¿Por qué no empezar ahora mismo sabiendo que es una tarea que, irremisiblemente, tendremos que hacer?.

El Lehendakari ha planteado también la necesidad de abordar los problemas sociales y humanos creados con tantos años de terror. Ha sido valiente porque admito que en este tema el debate es vidrioso y hay dudas razonables sobre el cómo y el cuándo de las políticas relacionadas con los presos y los miembros de ETA. Desde  los que piensan que hasta la desaparición total de la banda y de su amenaza, no debemos hacer nada, hasta los que piensan que una buena manera deconseguir esa disolución definitiva es precisamente actuar con inteligente generosidad en la reinserción de ese colectivo. Pero, en todo caso, lo que nos propone el gobierno vasco es unificar esa opinión, es consensuarla y plantearla al gobierno de España desde la legitimidad del gobierno que más y mejor puede ayudar a resolver en la práctica, la verdadera reinserción de todo este colectivo.

¿Porque se niega el PNV a construir este camino? ¿Si mañana gobierna Euskadi un lehendakari  jeltzale,no nos propondrá algo parecido? La respuesta a estos interrogantes ya las conocemos.Hasta la primavera de 2013,nadie ayuda.

Tampoco el PP. Y, aunque en  mi opinión, el PP vasco ha sido un partido consecuente con su apuesta por el cambio político que se produjo en Euskadi en 2009  y, aunque su opinión sobre este tema es sensible y razonablemente diferente  de la de sus mayores  en Madrid, tiene dos problemas importantes para ayudar al Lehendakari en su propuesta. 

El primero es que su gobierno y  algunos líderes del PP,incluyendo medios de comunicación que influyen demasiado en su electorado, no comprenden nada de lo que está pasando y de lo que debe hacerse en Euskadi. Es bastante preocupante observar lo que les cuesta a todos estos sectores adaptarse a un hecho incontrovertible: la desaparición de la violencia y el comunicado de ETA del 20 de octubre del año pasado. Es más preocupante todavía abordar los profundos cambios que se han producido en el mundo político que rodea a ETA, como si nada hubiera ocurrido en los últimos años. En este sentido no dejan de provocar asombro las declaraciones de Mayor Oreja, esta misma semana pasada, a un periódico de Madrid que destacaba estos dos titulares: “ETA se replanteará volver a matar en marzo” (creo entender que se refiere a marzo de 2013). O, este otro: “No hay arrepentimiento ni ningún cambio en la banda”.

El segundo problema es que también el PP vasco mira con descaro a las elecciones vascas de 2013 y ha decidido ir dejando solo al gobierno de Patxi López, mientras teje alianzas con el PNV por lo que pueda venir.

Todos estos cálculos son comprensibles y legítimos. Pero en un tema como éste, desde el Pacto de Ajuria-Enea, establecimos el principio suprapartidario y la mirada generosa. Por otra parte, ¿Quién puede asegurar que después de las elecciones autonómicas, la política vasca estará en mejor disposición que hoy para afrontar esta tarea?
Mucho me temo que algunos no han valorado la importancia de contar con el socialismo vasco para reconstruir la convivencia social pos ETA. De la misma forma que demasiados han olvidado, demasiado pronto, el papel clave que desempeñaron los gobiernos de Zapatero en la derrota de ETA, especialmente después del proceso de paz de 2006.
Por eso mantengo la esperanza de que el Parlamento Vasco alumbre un acuerdo de bases para iniciar este camino. Sería la muestra de que la política grande sigue siendo posible en Euskadi. (El Correo, 16/03/2012)